CRISTIAN LONDOÑO
SINOPSIS DEL AMOR
Pienso: soy trasnochador.
¿ Pensar, qué es?
Un cúmulo de ideas
disueltas en agua de mi memoria.
¿ Y trasnochar ?
Sobrevivir una noche interminable.
¿ La noche ?
Oscuridad.
¿ La oscuridad del ser ?
La que tienen los hombres
en un día claro y soleado.
¿ Y el amor, dónde está ?
En el fondo de los corredores del alma
con su velita encendida.
¿ El amor, qué es ?
Pensar en la felicidad.
¿ Sólo pensar ?
Sentir. Devorar. Amar.
¿ Amar ?
Es un claro
en la nocturnidad.
¿ Nocturnidad ?
Sí, sólo implica pensar.
¿ En qué ?
En que soy un trasnochador
con el cerebro perdido
en un estanque de sueños azules
y mis células iluminadas.
¡ Entonces, el amor !
Quizás.
DAVID SÁNCHEZ
I
Los rostros moldean su aspereza
en las delicias.
Empalagan la ciega efigie
al saciar el gusto en las formas.
¿acaso vagan en los manantiales del vino?
Son el mismo barro forjado de sal
y alba.
II
El amanecer...
El calor une a las miradas tras los corredores
que una vez condujeron a mis venas.
Lejos
el deseo esconde uno a uno
a los siervos del agua,
círculo de espadas emanando los sitiales,
inmolando en las piedras el reflejo de la luz.
Medusa calla...
y danza en los vitrales.
MARCELO SILVA
“Quizás en la puerta interior del espíritu
se pueda escuchar el más allá de uno mismo”
( Alejandro Jodorowsky )
Del silencio viene
percibiendo el olor de la sangre
y cuando busca saciar el instinto
registra piedras negras
en sus cuerpos más densos
Carne come
Así deleita su espíritu
SANTIAGO VIZCAÍNO
IMAGEN FINAL
Piensa,
como un gusano carcomido,
en la premura de la muerte:
ese infinito desmayo.
Todavía derrama
una última gota de devoción
como una mariposa blanca entre la flor.
No se atreve a mirar
el resplandor perpetuo
de los arrecifes que lo llaman.
Sueña, entonces,
con su madre
con su dios
y su canción.
Y derrama
débilmente
la cabeza.
como un gusano carcomido,
en la premura de la muerte:
ese infinito desmayo.
Todavía derrama
una última gota de devoción
como una mariposa blanca entre la flor.
No se atreve a mirar
el resplandor perpetuo
de los arrecifes que lo llaman.
Sueña, entonces,
con su madre
con su dios
y su canción.
Y derrama
débilmente
la cabeza.
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